Cuando
se escucha música
el
alma se agranda,
se
muestra sincera,
se
manifesta tal como es.
Cuando
se escucha música
se
alimenta la autoestima,
la
creatividad se desemboca,
la
inspiración siempre llega.
Cuando
se escucha música
todo
es verdad,
lágrimas
se suelen derramar
que
son oro y plata.
Cuando
se escucha música
vamos
a todo galope
bajo
el encanto de las líricas
y
la genialidad de sus acordes.
Cuando
se escucha música
se
experimenta una bendición,
como
terapia curativa,
como
estimulación espiritual.
Cuando
se escucha música,
uno
se transporta
por
los torrentes del pasado,
y
los recuerdos van aflorando.
Cuando
se escucha música
los
ánimos se renuevan,
olvidando
las penas,
dejando
la mente limpia y clara.
Cuando
se escucha música
es
un encuentro de emociones,
una
fuerza especial
capaz
de conducir hacia la felicidad.
Cuando
se escucha música
es
como cabalgar
en
un carousel folklórico
con
subidas y bajadas
que
son las canciones variadas.
Cuando
se escucha música
nos
gusta despegar
en
aviones de pasión,
en
jets de vibrantes melodías.
Cuando
se escucha música
nos
elevamos hacia Dios,
en
cantos de gospel,
en
sinfonías de oración.
Cuando
se escucha música
nuestra
visión del mundo cambia,
creemos
en la paz,
en
la armonía mundial,
los
conciertos son un arte
para
la estabilidad mental.
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