En
Disneylandia
todo
es realidad,
bajo
el embeleso de la magia
las
penas desaparecerán.
En
Disneylandia
no
hay edad,
todos
son eternos jóvenes,
sin
jamás embejecer
En
Disneylandia
se
vale llorar,
también
gritar,
y
hasta cantar improvisando.
En
Disneylandia
lo
esencial es fluir
en
el aquí y el ahora,
en
la inagotable fantasía.
En
Disneylandia
princesas
bellas se hallarán,
capaces
de pegarle al alma,
enamorando
con suave elegancia.
En
Disneylandia
se
olvida el tiempo,
nace
la globalización
pues
no hay nación que no lo idolatre.
En
Disneylandia
no
hay manera de aburrirse,
siempre
habrá inspiración,
algo
que el espíritu renovará.
En
Disneylandia
hay
renovación constante,
sin
dejar de un lado lo clásico,
la
atemporalidad es increíble.
En
Disneylandia
habita
un pato,
que
aunque enojón
destaca
por su nobleza.
En
Disneylandia
se
cabalga de lujo
en
los corceles colorados
del
King Arthur Carousel.
En
Disneylandia
los
sueños se realizan,
a
horcajadas de fogososos caballos
montados
por angelicales doncellas.
En
Disneylandia
se
realiza la más poética inversión,
llena
de ilusiones, sorpresas
que
llenan los días de realización.
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