En mis inicios para aprender como se maneja un automóvil, decidimos que tomaría clases en la Asociación Mexicana Automovilistica ,cuyo centro de operaciones en Ciudad Satélite, se ubicaba en ese entonces, 1988 en las instalaciones de lo que hoy es Costco.
Se trataba de un curso sencillo de 2 semanas: la primera de ellas consistía en una clase teórica, como Reglamento de Tránsito , prácticas en máquinas, motores, etc. En la segunda entraríamos de lleno a manejar los vochos que la empresa usaba para la clase práctica
Fue gracias al Ama que nos dimos cuenta de que soy miope, aunque la manera como me lo dijeron resultó algo molesto. Justamente al tercer día de la semana teórica, hicimos un ejercicio que consistía en acomodar unos coches en una pista a la que se tenía acceso por medio de una ranura bastante pequeña.
Me llegó mi turno. Después de varios intento acomodé los coches como mejor me pareció que pasaban . El maestro me dijo con seguridad: _¡Sí lo dejas así, ¡Estás irremediablemente reprobado!, Entonces tomé un segundo chanche , que tuvo exactamente los mismos resultados. El catedrático conductor exclamó: ¡Te llama el oculista a gritos!, ¿ Qué no ves bien?, y yo como nunca antes me habían dicho esto me quedé pasmado.
Al comentar esto a mis padres ellos estuvieron de acuerdo en “Cantarle las cuarenta al “Maestrito ése”. Seguí asistiendo a clases en el AMA, hasta que un día para salir de dudas, visitamos al Dr. Villaseñor, cuyo consultorio hasta la fecha se ubica en la calle de Montecito 11. _Solo vamos por el certificado de buena visión para que se lo muestres a los del AMA- mencionó mi madre.
Pero cual va siendo mi gran sorpresa. ¡Resulte Miope!. ¡Vaya descubrimiento!. La verdad es que nadie sabe que ve mal ,pues piensa que todos lo ven igual hasta que el Oftalmólogo lo comprueba .
También pudimos aclarar porque copiaba mal los ejercicios de Álgebra del pizarrrón. Solía sentarme en las bancas de atrás, y entre mi mala vista y que no mostraba interés alguno por la materia siempre me reprobaban. Recibía constantes regaños de mis padres por no copiar bien los problemas, siendo Angeles en muchos casos mi salvador.
Así que por primera vez en mi vida supe lo que era usar lentes. Me dieron mi primera receta ,que bien recuerdo fue 1.25 para ojo derecho y 1.45 para el izquierdo. Yo temía que me fueran a insultar por el uso de gafas, como a mi abuelo Ramón, al que le decían 4 ojos. Afortunadamente nunca me dijeron nada por usar lentes, además descubrí que te dan personalidad. Acabé la Secundaria usando lentes , aunque jamás pensé que tendría que usarlos por el resto de mi vida. Descubrí que es cierto eso que dice la canción “La Vida te Da Sorpresas”.
Con el tiempo mi graduación ha cambiando poco. La cirugía no vale la pena, de acuerdo con el Dr. José Dalma que se ha convertido en el oculista de la familia. Una vez intenté ponerme lentes de contacto, pero debido a mi falta de habilidad manual no me fue posible usarlos.
Prefiero seguir con los anteojos tradicionales ,pues ya he mencionado que a uno le dan personalidad. Eso si, hay que estarlos limpiando continuamente, sobre todo en esta ciudad donde hay tanto smog, polvo e impurezas ambientales.
Continué en el Ama, incluso tuve problemas para meter y sacar el embrague del vocho, que de por sí son muy duros. Por tal situación tuvo que venir el Sr. Ugalde de la Casa Central en Orizaba. Nuevamente fui un caso especial en esto de la manejada, tal y como paso en los primeros años de mi vida con las terapias.
Hoy ya no manejo, sigo usando lentes sin ningún problema, y me siento muy bien.
Siempre les estaré muy agradecido a los del AMA por “Haberme abierto los Ojos” . Estos hechos ocurrieron en Agosto de 1988, un verano antes de iniciar el Bachillerato . Más vale hacer caso a lo que nos dicen los profesores ¿No les parece?.
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