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viernes, 23 de diciembre de 2011

Cirugía de hombro

Jamás pensé en volver a visitar un hospital desde 1973 cuando me operaron de las anginas, de ese día no recuerdo absolutamente nada, ya estaba a punto de presumir de que no me habían tenido que operar de nada , y me ocurrió un accidente en la esquina de Puebla e Insurgentes ,me caí de un pesero y se me dislocó por primera vez el hombro, me espanté mucho, incluso se me hizo un derrame en él, esto ocurrió en 1995 ,años más tarde cuando veía la televisión ,quise tomar el control remoto que estaba atrás y me lo luxé de nuevo, fuimos con el Dr. Brasilia , y me indicó que si ocurría de nuevo era muy probable que tuviera que ir al quirófano . Así paso un tiempo, varias veces más se me había dislocado ,y yo me lo colocaba de nuevo en su sitio moviéndolo de alguna manera y sin avisar a nadie.
Hasta que el 12 de enero de 1998 cayó la gota que derramó el vaso , al tratar de pegarle a una pelota se me zafó de nuevo. Mi mamá estaba muy nerviosa, visitamos al inefable Dr. Javier Parroquín ,que había operado a mi tía Irma  dos años antes . El dijo que  ya no había otra que tendría que ir a la sala de operaciones. El procedimiento consistía en una astroscopía con una duración de hora y media , nos indicó que lo pensarmos bien y le avisáramos para hacer las reservaciones correspondientes en el Hospital ABC.
Sugirió otra alternativa : Inmovilisarme 6 meses con cabestrillo , pero era mejor la operación.

Luego de mucho discutir, hablar y hacer dramas decidimos que me operara el 28 de enero, a la 1. Llegamos muy a tiempo, y empezó la clásica de las enfermeras , hasta que por fin llegó la camilla por mí para bajarme al quirófano en el primer piso. Estuve un rato esperando un rato hasta que se desocupara la sala 8 , el anestesista era el Dr. Flores, y su asistente me engañó : Me dijo que iba a poner a los Beatles durante el procedimiento quirúrgico, después de que me acomodaron en la mesa ,se me borró totalmente el cassette , y es que la anestesia tan sólo fue una inyección . Desperté 5 o 6 horas después para enterarme de que mi cirugía se había complicado, cuando terminaron la astroscopia ,el hombro se desgarró y tuvieron que volver a abrirlo y cocerlo convirtiendo el tratamiento en cirugía mayor. Esto resultó como consecuencia de los repetidos episodios en que lo había luxado y me lo  colocaba yo mismo.
Mi mamá paso una tarde de angustia pues nadie le avisaba nada, hasta que salió Parroquín bañado en sangre ,producto de un esmerado esfuerzo de manipular mi hombro, que de acuerdo con él parecía una trompa de elefante con el tejido colgado .
-¡Ya no se te va a volver a luxar el hombro!- me dijo la optimista enfermera en cuanto abrí los ojos ,¿Cuánto duró la operación- pregunté, el Dr. Flores me enseñó los 5 dedos de la mano.
Como a las 11:30 P.M. me subieron al cuarto y ahí estaban todos esperándome.
Es verdaderamente increíble, pero no sentí ningún dolor ni ninguna consecuencia postoperatoria, es más comí como un rey.
Al día siguiente tuve una pequeña migraña ,supongo que fue por la impresión de haber estado en un quirófano por segunda vez en mi vida.

Al tercer día vino Javier muy temprano a revisarme y curarme la herida, cuando me quitó la venda, no quería ver como había quedado mi piel, no obstante, no tuve otra . Se veía rojo , quedando la cicatriz en forma de queloide.

Una vez terminado este examen procedió a darme de alta, indicando los cuidados que debía tener para bañarme y dormir. Me mandó dolac y nos presentó a Lucero ,quien me daría la terapia de rehabilitación .
¡Que terapia tan dramática y dolorosa tuve!, mover el brazo hacía arriba, hacia abajo, de lado, en círculos, con escobas y acostado. Como sufrí, y la hice sufrir a ella, no me resultó nada fácil aquellos meses de Febrero y Marzo de 1998 .

Admiro la calidad y profesionalismo de Lucero, que había estudiado en la Escuela de Fisioterapia del Hospital Inglés. Estos estudios son una licenciatura que se cursa en 6 semestres.

El peor ejercicio era hacer que el brazo llegara hasta debajo de la cama, a lo que yo me resistía muchas veces.
Fue tal mi mal comportamiento con Lucero que hasta una tarjeta le regalé a modo de disculpa.
Afortunadamente el 12 de abril estuve totalmente curado con toda la movilidad recuperada , solamente cuando hace frió me duele la herida quirúrgica , me ha quedado la citacriz en forma de queloide como recuerdo de mi segunda operación.

Ahora yo no puedo presumir de no haber sido operado en mi vida, pero puedo decir que siento una gran admiración por todos los profesionales de la medicina que son de alguna manera héroes ,pues luchan contra ese mal llamado enfermedad.

Agradezco una vez más a Javier Parroquín y a Lucero la gran paciencia que tuvieron conmigo, y decirles además que son una guía y un ejemplo a seguir en mi vida.








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