Tierra
tropical,
tierra
cancionera,
ya
lo dijo el maestro Lara
que
a todos encanta.
Pedacito
de costa
de
esta nación precolombina,
donde
la felicidad es ciencia,
y
la música filosofía.
Paso
por Jalapa,
la
Atenas mexicana,
la
cafetalera Córdoba,
el
orgulloso Tajin.
En
Alvarado son mal hablados,
pero
sólo es por vacilar,
llego
a Catemaco
por
amor me dejo hechizar.
Tal
vez me llegue a emborrachar
con
el torito y el menyul,
con
zaraza me gusta brindar
al
calor del mar.
Y
así sigo andando,
me
enamoran las jarochas
con
su fina bravura,
con
sus ojos penetrantes.
Mientras
me bañaba en Chacalacas,
una
linda costeña me miraba,
ella
prendió mis amores,
embelesó
mi mirada.
Estuvé
en la Casita Blanca
evocando
al Flaco de Oro,
su
pianísimo estilo recordé,
sus
trasnochadas musicales imaginé.
Como
quisiera en Veracruz
de
nuevo enamorarme,
amanecer
con la brisa del mar
y
los sonidos de marimba.
Y
si el norte llega a pegar,
eso
belleza no le resta,
porque
basta con meterse a La Parroquia
para
disfrutar suculentos platillos.
Son
éstos los caminos de Veracruz,
irradian
paz y calma
por
los torrentes del alma,
las
penas ni se acercan.
Caminos
de Veracruz,
alegrías
desbordantes,
emociones
exuberantes
que
rayos de vida liberan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario