Allá
en la región de occidente,
existe
una princesa ardiente,
orgullosa
de ser una preciosa ciudad,
la
segunda capital nacional.
Cuna
del tequila,
del
alegre mariachi,
donde
sus amorosas niñas,
hacen
estragos al corazón.
Para
México es esencial,
esta
noble población,
donde
la Glorieta Minerva,
es
testigo de una clásica tradición.
Sus
hombres son cabales,
sus
muchachas alegres,
metrópoli
cultural,
pletórica
de romanticismo original.
Bello
es pasear en calandría,
con
el amor hinchando el alma,
y
en Traquepaque cantar,
recordando
al charro cantor.
Bajo
la viva imágen de la bandera nacional,
Guadalajara
es blanca por su pureza,
Verde,
por sus explendorosos jardines,
roja,
por la fuerza entera de sus gentes.
Sublime
perla poética,
que
inspiró a Pepe Guizar,
hechizó
a Rubén Fuentes,
a
Gónzalo Curiel enamoró.
Centro
de ilusiones de los charros,
es
su fuente de inspitación,
con
ésas coplas tequileras,
que
prenden la magia interior.
Novia
grande de Jalisco,
que
alumbra los destinos,
con
especial poder de seducción,
y
en Chapala soñar.
Son
tus sones gran motivación para el alma,
porque
las más profundas penas mata,
tu
rítimico jarabe tapatío,
da
a tu suelo enorme brillo.
Con
verdad dice una canción,
te
encuentras en lo alto de un llano,
con
eso tu imágen suele resaltar,
digna
de ser provincial.
Y
así es como te celebro,
mi
gran Guadalajara,
como
una fortísima estimulación,
que
me evoca tu cultura y magia.
Guadalajara
de mi amor,
fuiste
testigo de una boda,
que
en nuestra familia se enclavó,
que
inolvidable ha sido,
que
será la llama de la pasión.
De
mis ojos no te puedo apartar,
y
es que quisiera con una tapatía hilar,
con
nuevas intenciones enamorarla,
bajo
tu yugo una nueva vida iniciar.
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