Quisiera un vals bailar
con una muchacha vienesa,
que sea mi princesa
y me de la felicidad
del reino musical.
Fácil es enamorarse
en la Ciudad Luz,
mientras se escucha Domino
y se monta en un carousel de
pasión.
Vámonos para España,
la gran tierra de Cervantes,
ahí Garcia Lorca nos habla
de mil encantos castizos ,
y a ritmo de una zarzuela
saborear la primavera de la
vida.
Me da un vuelco el corazón
cada vez que escucho tirolés
cantar,
melodías de alegría,
canciones que el ánimo levantan,
fortísimo género musical
que da estilo y poesía a las
montañas.
En Londres recuerdo
a ese hombre de
inquebrantable voluntad,
llamado Winston Churchill,
que jamás rebajó la moral
ante los ataques de Hitler,
me siento todo un Beatle
paseando por Picadilly
Circus,
admirando en Big Ben.
Normandía es historia
que vive eternamente,
recordando áquel desembarco
por Einshower comandado,
que a Europa liberó
de las intenciones nazis.
Los filósofos hablan
en las calles de Atenas,
en el Partenón,
se escucha a Sócrates
conversar,
el Gran Pericles se
rememora,
el oráculo de Delfos
consejos sigue dando.
Brujas sabe conquistar,
por esa belleza especial
que con magia espléndida
queda plasmada
en su fabuloso estilo
gótico.
Me dejo hechizar
por el encanto de las niñas
rusas,
que al candente ritmo de
Kalinka
bailan embelesadas
frente a la fortaleza del
Kremblin.
Alemania no se olvida
de su glorioso pasado,
pletórico de bellas artes,
más tampoco debe dejar a un
lado
su terrorífico Tecer Reich,
que al continente atormentó.
La Puerta de Bradenburgo, su
mejor símbolo,
El Oktoberfest , su mejor
manifestación turística.
La Gran Suiza es sublime
poesía,
que profundamente inspira
a todo viajero y escritor
que se deje llevar por su
corazón.
Y no nos olvidemos de
Scandinavia,
Dinamarca, Suiza y Noruega,
llenas de bosques nórdicos,
de vikingos y sirenas,
la gran promotora
de los Premios Nobel.
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