La poesía expresa
cosas indecibles,
habla el lenguaje
de la bella alma
aunque sea con lágrimas.
La poesía es atemporal,
de moda jamás pasará,
pues todo lo que dice
cabe en todas las decádas.
La poesía canta,
es fiel hermana de la melodía,
suena con admiración,
es rítmica en el amor.
La poesía vuela,
en aeronaves de ancho fuselaje,
la inspiran los pilotos,
las bellas azafatas,
los despegues y aterrizajes.
La poesía sueña,
con princesas de mil colores
que alumbran todos los caminos,
y muchachas Disney
que despiertan las mañanas.
La poesía es natural,
el más divertido de los géneros literarios,
juega con las palabras,
las combina con autenticidad.
La poesía es un carousel,
un tiovivo descobado,
que a galope acelerado
resalta la verdades de la vida.
La poesía cabalga
por cada hacienda colonial,
es un caballo mágico
en plena senda de libertad.
La poesía anima
a manifestar declaraciones de amor,
a ser bellamente auténtico,
a entonarse en la belleza campestre.
La poesía hace viajar
por esas mágicas estaciones espirituales,
por esos fabulosos latidos del corazón,
por la indiosincracia de cada nación,
cada país tiene su belleza propia.
La poesía es una preciosa vaquera,
que monta cada primavera,
con su angelical sonrisa
ha de conquistar a todo liderato apasionado.
La poesía también es histórica,
refleja lo exitoso del ayer,
recuerda hechos trascendentales,
heroícos y determinantes
que hoy son leyendas.
La poesía es Veracruz,
ahí donde Lara dejó su piano,
y sus palmeras borrachas de sol
embriagan a propios, fuereños y extranjeros.
La poesía es Debby Rayan,
porque siendo Abby, Tara y Jessie,
es un emborrachante placer
con su sonreír de niña buena.
La poesía es disfrutar de un pleno vuelo,
a horcajadas de un embelesante caballo
de un merry go round universal,
paseando con Elisa, Angélica
y un séquito de esculturales doncellas.
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