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martes, 16 de octubre de 2012

Testimonio de mi segunda luxación de hombro



¡Tropecé de nuevo, y con la misma piedra , como dice Julio Iglesias en su famosa canción. Me zafé el hombro nuevamente pero esta vez fue el derecho.

Mi accidente ocurrió el domingo 20 de enero de 2007, al bajar la banqueta después de haber comprado unos refrescos en el Oxo de la Zona Azul.

Realmente no se que fue lo que paso. Tal vez pise mal y mi pobre hombro lo resistió. Esta vez no intente volver a acomodarlo como la vez pasada, y hasta una disfacia tuve, lo cual de acuerdo con el Dr Aspe es completamente normal.

En esta ocasión mi dolor fue algo más profundo,. Para mis adentros dije : ¡Oh no, aquí vamos de nuevo, pidiéndole con esmero al creador que esta vez no terminara en el quirófano.
                                                                                    
Los hechos ocurrieron a las 12.20 horas del citado día. Ya estaba listo para irme a Gandhi, pero en lugar de eso nos dirigimos al  inefable Hospital Satélite a la sección de Urgencias y pedimos consulta con el Dr Aspe.


Entonces, nos dirigimos a la sección de Urgencias del Hospital Satélite y pedimos consulta con el Dr Aspe , quien después de hacerme las preguntas de rigor, procedió a tomarme las correspondientes radiografías, estudios que confirmaron el diagnóstico de la dislocación de mi hombro derecho.


Con toda paciencia, experiencia y dedicación el galeno me acostó en la plancha de Rayos X y me pidió me relajara. Tomo con fuerza mi brazo, y con ayuda de sus residentes me lo redujo en pocos minutos. He de decir que no me dolió nada tal procedimiento.


¡UF que alivio me salve de una cirugía! , sin embargo el afamado ortopedista nos indico que mis articulaciones son muy flojas, ¿ Y eso por que ¿, me pregunte. Probablemente es porque de niño nunca hice deporte.

Sin tardar ni un minuto más me condujeron a la sala de curaciones, donde el afamado ortopedista, quien por cierto ya tenía como pacientes a varios miembros de la familia, procedió a colocarme el clásico cabestrillo. , y a indicarme que se pusiera hielo.

Había olvidado colocar la tarjeta del seguro médico en mi cartera razón por cual tuvimos que pagar, lo bueno fue que después nos los rembolsaron entero.

Otra de mis nuevas experiencias fue haber tenido que conocer el IMSS, a fin de obtener mi incapacidad. Me pareció algo ineficiente, ¿ Porque tener que estar yendo a la UMF cada semana?, bien me podrían haber dado una por los 3 meses que estuve incapacidado, pero el sistema esta diseñado así.

Hice los trámites correspondientes y me dieron mi credencial. Me toco el consultorio 32, con el Dr. Francisco Gónzales. Todo esto me tomo toda la mañana del lunes 22 de enero, pero finalmente lo logré.

Aspe me había indicado que fuera en 3 semanas para ver como evolucionaba la lesión. Al término de las cuales me mando con un fisioterapeuta, cuyo nombre no recuerdo, que estaba en un edificio junto a La Flor de Liz.

Ahí me hice presente, y el facultativo me hizo una evolución, indicando que me retirara el cabestrillo.

Pronto descubrimos que aquel consultorio tenía mala fama, pues muchos de sus clientes se habían quejado de no haber quedado bien, además solo buscaban hacer negocio, ya que me dijeron que me sacarían adelante en 40 terapias que se nos hicieron demasiadas.

Tiempo después apareció Elda en mi vida. Se trataba de una excompañera de Ricardo, quien había estudiado la Licenciatura en Fisioterapia. Fue ella quien me sacó adelante en tan solo 16 sesiones y con aparatos muy modernos.

Llegue a la conclusión de que los avances en esta rama médica habían avanzado mucho desde 1998 cuando me operaron por mi dislocación del hombro izquierdo. Ahora los ejercicios fueron menos violentos y más relajantes.

Una de las cosas que Elda me dijo es que mis huesos harían la función de las articulaciones de ahora en adelante, pero ya no quedarían igual que antes.

Elda al igual que Lucero, mi primera fisioterapeuta habían estudiado en la Clínica del ahora Centro Médico ABC, pero nunca llegaron a conocerse, ya que según me indicó las generaciones entran y salen.

Me gustó mucho Elda. Me ponía nervioso cuando estaba en terapia, pues es toda una princesa y una profesional del ramo. Se veía muy bien con su bata del ABC y también con jeans. Sin embargo, es casada, porque de lo contrario yo si me hubiera animado.

Su plática fue siempre interesante en cada terapia que duraba 45 minutos. En una de las últimas me puso muy caliente el aparato, pero fue mi culpa por no avisarle a tiempo. Aún tengo esa cicatriz, que será siempre su recuerdo, lo mismo que el queloide del lado izquierdo.

A diferencia de lucero Elda era un poco menos exigente, más dulce y más paciente. Es por ello que es para mi “La terapeuta estrella”

Estuve cerca de 2 meses fuera de Gandhi, llevando cada lunes la correspondiente incapacidad. Me libre de la chocante Karina durante todo ese tiempo, y cuando regresé me fui al área de Audio y Video.

Pero todo se acaba, mi hombro sanó gracias a Elda. La recuerdo con cariño y sigo en contacto con ella. De una terapia nació una gran amistad, que durará para siempre.

Ahora se que mis articulaciones ya son iguales. Las dos se han resentido, cosa por cual debo cuidarme mucho. Hasta una nueva técnica tengo para ponerme la camisa, que me  hace sentir más seguro.

Desde entonces siento una gran admiración por esas grandes mujeres que son las fisioterapistas, porque son realmente heroícas.






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