Señor de las Alturas,
te he de confesar,
que mil lágrimas he derramado,
por aquellos que te has llevado,
a tu cielo de estrellas.
La muerte ya nos visitó
inesperada y sorpresiva
como suele hacerlo,
para que a valorar la vida
aprendamos con acciones.
Y es que Dios,
muchos le tememos
a ese mensajero tuyo
que exitingue la existencia
que comienza leyendas.
No obstante,
estamos concientes
de que tu voluntad
nadie puede desafiar.
Nelson Ned
pequeño gigante,
de minusculas dimensiones,
su canción lo hizo crecer,
su voz de romance
seguirá estimulando.
Ramón Ania Fernández
querido abuecho,
hombre ejemplar,
esposo amoroso,
tu desinteresado altruismo
nos los heredaste con estilo,
para mi nunca fallecerás
porque tus consejos aún escucho
en los archivos de mi mente atemporal.
Jorge Arvizú,
el inigualable Tata
siempre reclamando su cocol,
en la Carabina de Ambrosio
ganó fabuloso inmortalidad.
Dulce Ruíz Ania,
fiel veracruzana,
conversadora de gratas experiencias,
anfitriona de gran calidad.
La literatura ha perdido un genio
fino de palabras,
novelista costumbrista,
el gran Gabo
colombiano y mexicano,
Librestin lo ha bautizado
como el Chabelo de las letras.
A todos ellos, Creador
cobijalos bajo tus alas,
bajo la luz eterna
de tus blancos ángeles.
Los lloraremos,
Padre Supremo
su ausencia nada llenará,
solamente mirando sus recuerdos
será como tenerlos otra vez.
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