Verdaderas joyas,
amantes de la naturaleza,
su ciencia es cabalgar,
y bellas poesías rosas
crear.
Se les encuentra en los
ranchos,
y en los rodeos,
son las chavas más
auténticas,
las que más reflejan la
fuerza del alma.
Saben con arte enamorar,
con sus grandiosos ojos
expresivos,
con el poder de su mirada,
seducen a los escritores.
Princesas que se lucen
montando,
cuacos domando,
reinas que andan a lomos,
dominado los impulsos del
viento.
Sí, son más que audaces,
enormemente valientes,
amigas de la verdad,
esa con la que el interior
habla.
Toda una experiencia es,
con ellas subir a un prieto,
una jornada super
cautivamente,
con tan sólo su cintura
ceñir.
Siempre muy emotivas,
la silla de montar es su
reino,s
su galope muy elegante,
tanto, que inspira actuar.
Las botas no pueden faltar,
pues colorido da a sus
piernas,
la minifalda las adorna,
son profundas muñecas
alborotadoras.
Y no solamente trotan,
también adoran bailar,
con la música su iniciativa
brilla,
all más puro estilo country.
En los desfiles ni se diga,
son el foco de recóndita
atención,
que recorren en vistosos
pura sangre,
Y en trotones mansos.
Nacieron para volar,
para ser estrellas
lucidoras,
dotadas de un ángel
interminable,
son una estampa clásica.
El cuerpo se estremece,
all verlas llegar,
con una desbordante alegría,
son más que dignas de
admirar.
Las hay norteamericanas,
mexicanas y colombianas,
todas son maestras de
cabalgar,
líderes contemplar el
entorno natural.
Lindo sería,
alguna poder conquistar,
sería la llave del corazón,
todos los días salir a
montar.
Niñas vaqueras, aquí estoy,
deseo parte de su mundo ser,
me encantaría andar a
caballo,
ver con ustedes un pletórico
mundo,
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