Este
es el cuarto poema que te dedico
porque
de mi mente no te puedo apartar,
fuiste
feroz tormenta
que
encendió mi alma y corazón.
El
calor de tu mirada
de
mi vida se prendió,
y
sin tu espiritual luz,
mis
días perderían toda ilusión.
Y
es que para mi has sido
una
princesa celestial,
una
doncella de vals,
una
vaquera texana
que
cabalga verdades con arte.
Mil
canciones puedo dedicarte
de
poéticos mensajes
que
mi memoria sabe atesorar.
Tu
eres mi recuerdo eterno,
soñando
con tu reencuentro
Y
jamás olvido
ese
fino vestido blanco,
esos
pants deportivos,
que
a mi pubertad
dieron
sentido.
Porque
en mi pensar
seguirás
cabalgando
en
tu bayo de sabiduría
haciendo
feliz mi escritura.
Mil
vueltas das
en
el carousel de mi alma,
continuas
subidas y bajadas
en
caballo de clásica filosofía.
Y
es justo ahí
donde
quisiera volver a mirarte.
En
lo mágico de un tiovivo,
mi
inolvidable Elisa.
Enciendo
una vela por tu felicidad,
por
tu plena realización,
pues
ha sido gran luchadora.
Mi
grandiosa Elisa.
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