Todo
empezó en Veracruz,
y
yo lleno de ilusión,
mis
amores le declaraba
en
este Puerto encantador.
Veintiuno
de noviembre dos mil ocho,
mi
corazón saltando de gozo.
Por
fin me demostraba
que
podía conquistar,
y
a mi niña pues no lo quería soltar.
A
los cuatro vientos
les
gritaba con felicidad:
Tengo
novia,
tengo
novia......!!!!.
Creía
ver en ella
una
relación ideal
como
en aquellas terapias
a
las que juntos asistimos.
Y
mi amor comenzó a crecer,
como
el Concorde
alto
se elevó.
Durante
año y medio
le
dediqué preciosas serenatas,
sin
repetir jamás
ninguna
canción.
También
le di CD´s.
Muñecas
y poesías
llenos
de intención y emoción.
Más
todo de repente
se
vino para abajo,
cuando
descubrí
que
como giñapo me trataba.
Que
codependencia me creo,
al
principio no la supe ver,
y
es que todo su plan
era
salirse de su casa
y
nada más.
Y
hasta la pedida
resultó
frustrada,
y
nunca otorgada,
porque
su papito
sólo
me quería como un trabajador más.
Fue
un tiempo bonito,
eso
no puedo negarlo
cuando
la pasión ardía,
pero
si seguía
me
hubiera sumergido
en
un mundo de horror y materialismo,
hasta
podría terminar
en
un hospital psiquiátrico.
Porque
no quería ser
un
empleado más de su padre,
imaginen
nada más
la
infelicidad que eso iba a ser.
Y
por eso la terminé
en
junio de dos mil diez,
mandando
sus amores a volar.
Cuando
volví a Veracruz
en
mi cachitos yo rompí
un
poema que le escribí,
y
dichos cachitos los tiré
en
el mismo lugar donde me le declaré.
Aunque
lágrimas lloré
muy
pronto pude madurar,
un
taller fui a tomar
llamado
“Vivir sin Ti”.
Vete
al infierno mal amor,
quemáte
en la hoguera
de
tu perdición.
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