Tus ojos verdes,
Elisa, Princesa de la vista,
mi escritura iluminan,
mis amores activan.
Esos oclayos de la Vale
todo lo llenan de arte.
Basta mirarlos
para entender de encantos.
Basta contemplar
los dos luceros de una vaquera
para comprender
porque el cabalgar
es fenomenal.
Son tus ojazos azules
los que mi alma emborrachan,
y en mi alma dejaron
todo un cúmulo de talentos.
Los ojos de una tapatía
suelen decir verdades,
de esas que cautivan,
pero que también matan
con su grandeza.
Ojos cafés
llenos de magia y sencillez,
los que abren mi corazón,
y alborotan mi espíritu.
Asi son los tuyos, Angélica,
intrépida vaquera.
Me gusta cabalgar las miradas
de las cowgirls apasionadas,
su sentir grande es,
lleno de ilusiones
y fortísimas emociones.
Si esas dos palomitas
que posse Selena
me miraran,
seguro que me embriagan,
y asi borracho de amor
su corazón conquisto
con estilo y dedicación.
Ojitos jarochos
que conquistan bien sabroso,
llenando de motivación la vida,
y de inspiración al escritor.
Ojos coquetos,
repletos de timidez
que luego aires de grandeza te dieron,
eso me dijeron
mi añorada Cecilia.
Los ojos de una princesa,
emiten ciencia,
y después la convierten en vaquera
que galopa en corcel de estrellas.
Ojos románticos,
ojos que al alma saben mirar,
son chispas de belleza
que cada día de motivaciones alimenta.
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