¡Tropecé de nuevo, y con la misma piedra , como dice Julio Iglesias en su famosa canción. Me zafé el hombro nuevamente pero esta vez fue el derecho.
Mi accidente ocurrió el domingo 20 de enero de
2007, al bajar la banqueta después de haber comprado unos refrescos en el Oxo
de la Zona Azul.
Realmente no se que
fue lo que paso. Seguramente pise mal y mi pobre hombro lo resistió. Esta vez
no intente volver a acomodarlo como la vez pasada. Hasta una disfacia tuve, lo
cual de acuerdo con el Dr Aspe es completamente normal.
En esta ocasión mi dolor fue algo más
profundo,. Para mis adentros dije : ¡Oh no, aquí vamos de nuevo, pidiéndole con
esmero al creador que esta vez no terminara en el quirófano.
Los hechos ocurrieron a las 12.20 horas del
citado día. Ya estaba listo para irme a Gandhi, pero en lugar de eso nos
dirigimos al inefable Hospital Satélite
a la sección de Urgencias y pedimos consulta con un ortopedista.
Entonces, nos dirigimos a ese nosocomio, y pedimos consulta con el Dr
Aspe , quien después de hacerme las preguntas de rigor, procedió a tomarme las
correspondientes radiografías, estudios que confirmaron el diagnóstico de la
dislocación de mi hombro derecho.
Con toda paciencia, experiencia y dedicación
el galeno me acostó en la plancha de Rayos X, pidiéndome que me relajara.. Tomo
con fuerza mi brazo, y con ayuda de sus residentes me lo redujo en pocos
minutos. He de decir que no me dolió nada tal procedimiento.
¡UF que alivio me
salve de una cirugía! , sin embargo el especialista en la
ciencia de Hipocrátes, nos indico que mis articulaciones son muy flojas, ¿ eso por que
me pregunte. porque de niño nunca hice deporte.
Sin tardar ni un
minuto más me condujeron a la sala de curaciones, donde el especialista en
articulaciones, quien por cierto ya tenía como pacientes a varios miembros de
la familia, procedió a colocarme el clásico cabestrillo. , y a indicarme que se
pusiera hielo.
Había olvidado
colocar la tarjeta del seguro médico en mi cartera razón por cual tuvimos que
pagar, lo bueno fue que después nos los
rembolsaron entero.
Otra de mis nuevas
experiencias fue haber tenido que conocer el IMSS, a fin de obtener mi
incapacidad. Tuvé que estar yendo a la UMF cada semana?,
Hice los trámites
correspondientes y me dieron mi credencial. Me toco el consultorio 32, con el
Dr. Francisco Gónzales Todo esto me tomo toda la mañana del lunes 22 de enero,
pero finalmente lo logré.
Aspe me había
indicado que fuera en 3 semanas para ver como evolucionaba la lesión. Al
término de las cuales me mando con un fisioterapeuta, cuyo nombre no recuerdo,
que estaba en un edificio junto a La Flor de Liz.
Ahí me hice
presente, y el facultativo me hizo una evolución, indicando que me retirara el
cabestrillo.
Pronto descubrimos
que aquel consultorio tenía mala fama, pues muchos de sus clientes se habían
quejado de no haber quedado bien, además solo buscaban hacer negocio, ya que me
dijeron que me sacarían adelante en 40 terapias que se nos hicieron demasiadas.
Tiempo después
apareció Elda en mi vida. Se trataba de una excompañera de mi hermano Ricardo, quien había estudiado
la Licenciatura en Fisioterapia en el Centro Médico ABC.. Fue ella quien me
sacó adelante en tan solo 16 sesiones y con aparatos muy modernos.
Llegue a la
conclusión de que los avances en esta rama médica habían avanzado mucho desde
1998 cuando me operaron por mi dislocación del hombro izquierdo. Ahora los
ejercicios fueron menos violentos y más relajantes.
Una de las cosas
que Elda me dijo es que mis huesos harían la función de las articulaciones de
ahora en adelante, pero ya no quedarían igual que antes.
Elda al igual que
Lucero, mi primera fisioterapeuta habían estudiado en la Clínica del ahora
Centro Médico ABC, pero nunca llegaron a conocerse, ya que según me indicó las
generaciones entran y salen.
Me gustó mucho
Elda. Me ponía nervioso cuando estaba en terapia, pues es toda una princesa y
una profesional del ramo. Se veía muy bien con su bata del ABC y también con
jeans.
Su plática fue
siempre interesante en cada terapia que duraba 45 minutos. En una de las
últimas me puso muy caliente el aparato, pero fue mi error por no avisarle a
tiempo. Aún tengo esa cicatriz, que será siempre su recuerdo, lo mismo que el
queloide del lado izquierdo.
A diferencia de
Lucero ,Elda era un poco menos exigente, más dulce y más paciente. Es por ello
que es para mi “La terapeuta estrella”
Estuve cerca de 2
meses fuera de Gandhi, llevando cada lunes la correspondiente incapacidad. Me
libre de la chocante Karina durante todo ese tiempo, y cuando regresé me fui al
área de Audio y Video.
Pero todo se acaba,
mi hombro sanó gracias a Elda. La recuerdo con cariño y sigo en contacto con
ella. De una terapia nació una gran amistad, que durará para siempre.
Ahora se que mis
articulaciones ya son iguales. Las dos se han resentido, cosa por cual debo
cuidarme mucho. Hasta una nueva técnica tengo para ponerme la camisa, que he
hace sentir más seguro.
Desde entonces
siento una gran admiración por esas grandes mujeres, que luchan con valentía
y garra, grandes profesionales de la
medicina. El trabajo de las fisioterapistas es realmente admirable.
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