El
Dr Cándido Pérez
vive
de placeres,
pues
atiende sólo mujeres,
es
especialista en señoras,
a
todas las adora,
su
mujer, Silvina
lo
mira por la mirilla
para
que no se vaya de coscolino,
y
cause malos designios.
Pero
Ilizarrituri lo sonsoca,
lo
mete a la parranda,
por
las noches anda
llega
de madrugada a su casa.
Doña
Cata lo llama vejete
porque
lo considera un abuelo decente,
no
obstante el entiende peneque,
entonces
se arma el guateque.
Dice
ser justo y equánime,
de
eso hace mucho alarde.
Claudia
le pone el seguro,
y
con su llave ni quien entre.
Entra
brincando escalones,
resbalando
por la alfombra
es
una situación cómica.
Su
secretaria es Paula Cecilia
que
en su consultorio lo vigila.
Dirige
con arte un hospital,
aunque
hay momentos que de quico lo sacarán.
Corre
infinidad de aventuras,
todas
ellas con locura.
El
Padre Camilio es un hermano,
que
acude a visitarlo
para
bien aconsejarlo.
De
pronto se presenta la Tía Angustias
que
hace enormes las chimografías,
el
honor de la familia pone en duda,
es
mejor callar en su presencia.
Líos
de faldas no faltan,
a
Silvina no le caen en gracia,
y
a Cándido sale a espiar
ya
que su matrimonio quiere conservar.
Aparece
Oscarito,
que
al Doctor cae como hidagito,
pretende
a su hija Perlita.
Los
celos lo transforman,
la
sobreprotección lo domina.
Su
hijo Inocencio
causa
calamidad,
nunca
terminó de estudiar,
sus
problemas tiene que afrontar.
Del
ropero se ha querido tirar,
sus
ansias de aventura dominar.
Es
un médico de comedia,
la
diversión esta garantizada,
treinta
minutos de carcajadas.
Son
consultas con humor,
para
olvidar la depresión.
Es
la medicina para reír,
la
filosofía de existir,
muy
contento vivir.
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