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domingo, 13 de mayo de 2012

Práctica a Oaxaca con la EIT

En 1984 ,mi Tío Billy me invitó a un viaje con la Escuela Internacional de Turismo, a la Ciudad de Oaxaca con mis primos Alejandro y Memo que asistían como profesores. Los alumnos se agruparon en 3 camiones y nosotros viajamos en el Cronwne Victoria Azul con un chofer que se llamaba Roberto. Pasaron por mí a las 4. de la mañana de un día que hacía mucho frío.
En esos tiempos todavía no se pensaba en construir una autopista hasta esta capital , por lo tanto el recorrido era muy largo y pesado . Duró 8 horas y además lleno de curvas que daban miedo.
Después de esta jornada de camino llegamos a Oaxaca, y conocí todo el protocolo que es la asignación de habitaciones a los alumnos , nos hospedamos en el Hotel Victoria que entonces era el mejor de la ciudad.
También me di cuenta de los útil que eran los walkie-talkies que nosotros usamos en nuestras idas a Veracruz, ya que eran más de 100 alumnos.
Otra cosa que jamás se permitía era esperar alumnos. Si no llegaba a la hora convenida, se quedaba, aunque era común ver gente de la escuela que no había llegado a tiempo siguiendo al autobús en la autopista.
Los horarios eran muy estrictos. Se usaba un silbato para llamar a la gente hacía los caminos y continuar con el trabajo del día.
Hicimos varios recorridos por la ciudad colonial y caminamos mucho en el recorrido de Mitla y Monte Albán , visitamos el mercado , hasta una disco organizaron.
Recuerdo bien a un querido maestro, que no me dio clases cuando fui alumno de la escuela, Don Rubén Islas, que gozaba de buena fama por sus conocimientos culturales, en casi todas las fichas que se daban sobre los lugares el siempre llevó la voz cantante. Se llevó muy bien conmigo y Alejandro durante el viaje. A mi me decían “El Compadrito”.
En ese tiempo todavía tomaba el Tegretol, y en Oaxaca se me acabó de repente por falta de planeación. Mi tío Billy hizo hasta lo imposible por conseguirlo , pues temía una crisis migrañosa si lo dejaba de tomar.
Los desayunos eran la mejor comida del día, la comidas mejores, pero lo que nunca me gustó fueron las cenas, sobre todo por no estar acostumbrado a las ensaladas, y hacía mis caras raras, que el Tío Guillermo me llegó a imitar muy bien.
Otro de los momentos que me vienen a la mente es que continuamente me ofrecían un mezcalito, bebida típica de esta región y como me no quería, y como ya lo iba a tomar me gritaron: ¡noooooo! y me dejaron con las ganas de probarlo.
En las noches hacíamos guaridas para vigilar que todo el mundo estuviera en sus cuartos ,avisando de cualquier anomalía que se presentara.
Y ¡vaya que conocimos muchas !, entre ellas desmayos, presión baja y hasta un conato de paro cardiaco que nos paró los pelos de punta.
El último día de nuestra estancia se armó un relajo en la alberca del hotel, a todos los aventaron con agua con todo y ropa, después preparamos el equipaje para salir al aeropuerto .
Una vez llegado a este puerto aéreo los alumnos se dedicaron a tomar fotos de los aviones que aterrizaban, yo también aproveche la oportunidad, con ayuda de Alejandro ,pero se me veló el rollo.
De este viaje conservo 2 pictorales de Oaxaca y Arqueología que compré en Monte Albán . No volví a este lugar sino hasta 1992 a la casa de los Martínez , y luego en 1996 a una práctica más pero ya siendo alumno.
 
 
 

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