Así es mi alma,
que en fuego estalla
cuando Angie se acerca
y sus ojos me coquetean.
Si aparece Elisa
de forma sorprendente,
mi corazón no lo resistiría,
salto sobre ella
cual caballo desbocado.
La música también me
calienta,
es como un rayo ultra
rápido,
capaz de derramar lágrimas
y cantar en modo atemporal.
Explota mi ser interno
al toparme con un carousel,
y sin dudarlo más
monto uno de sus fantásticos
corceles.
Cuando escribo
fluyo tan preciosamente
que nada me puede detener,
ni el ringer del teléfono.
La inspiración me atrapa
cuando una vaquera cabalga,
pues han de saber
que mis heroínas son
por atrevidas y valientes.
El piano de Agustín Lara
hace que mi mente sea
creativa,
me lanza fogonazos
literarios
que no dudo en fino papel
poner.
Es un incendio
ver los ojos de Debby Rayan
arder,
son como dos perlas
que dicen vale la pena
vivir.
También el azul turquesa
del mar de Cancún
me hace vibrar,
el Caribe es emoción,
la playa calienta al amor.
Ver despegar un avión
enciende el espíritu de
aventura,
ascender a las nubes,
y aterrizar en nuevas
expediciones.
Y la lectura
también es tormenta,
que conoce princesas
y que galopa
en el alazán de la fantasía,
en el rocín de la verdad.
Estás son mis tormentas,
que mágicamente se
manifestan,
libremente truenan,
y en el canto de Marco
Antonio Muñiz
son incontenibles.
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