Sembraste en mi piel,
un dejo de optimismo,
un despertar profundo,
me enseñaste apreciar la
fuerza del alma.
Bastó una simple mirada,
para hechizar mi
romántico ser,
tu vestido blanco,
prendió mi inspiración.
Desde entonces,
eres la Princesa de La
Luz,
que bajo el influjo de
tus ojos,
a mi vida volviste
mágica.
Regresas a mi mente,
cada día,
no hay madrugada,
que no te recuerde con
una canción.
Flor de maravillas,
mujercita de angelicales
encantos,
cabalgas en mi corazón,
en un pinto gateado.
Y te amo con ilusión,
después de años de no
mirarte,
porque eres lucero
permanente,
en el archivo de mis
gratas experiencias.
Ha sido la niña más
bella,
que mis oclayos han
apreciado,
te debo lo que soy,
mi chica especial.
Elisa, aparece
nuevamente,
dale a mi existir un
amanecer,
al universo le imploro,
volverte a encontrar.
De mi interior no se
aparta,
áquel diecisiete de
abril,
cúando me planteaste esa
filosófica pregunta,
porqué no miras a los
ojos.
Nunca podré olvidarte,
de tus sentimentales
lágrimas,
y de ni tus pants
deportivos,
ésa ha sido tu
embelesante imagen.
Cómo sueño contigo,
mi melódica muchacha,
vas montada en rápido
carousel,
admirando la esencia de
vivir.
Así que Elisa,
eres mi filosofía,
alguien que mis días
llena,
con tu fotografía
permanente.
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