Nos llaman ilusionistas,
Filósofos a tiempo completo,
nos encanta trasnochar,
la madrugada es gran amiga.
Galopamos acompasadamente
en el corcel de la inspiración,
corriendo descobados@
en la búsqueda de palabras.
De nuestra vocación
nos sentimos orgullosos,
somos los forjadores
de las frases que al mundo cambiarán.
Cuando las ideas nos llaman,
en nuestra esquina nos confinamos,
y aunque tengamos que encerrarnos
nuevas obras generaremos.
La belleza nos es esencial,
la música nos guía,
y las princesas Disney
hacen incontrolable nuestro corazón.
Devoramos libros,
consumimos cientos de plumas,
cuadernos tenemos llenos,
la imaginación es inagotable.
También lágrimas derramamos
que suelen caer
en las doradas páginas
de esas preciosas ideas.
Amamos la verdad,
ésa que muchos no
aprecian
y menos entienden,
la fe no nos abandona
aún en la peor adversidad.
Nuestro mundo gira
alrededor de bibliotecas,
en filosóficas vueltas
de vigorosos carouseles
que revelan el sentido de existir.
Nos molesta
que la inspiración nos corten,
que el teléfono nos suene
en pleno desarrollo de creatividades.
No somos matemáticos,
despreciamos el materialismo,
trabajamos por amor al arte,
por dejar poderosa huella.
Un viaje al mar
nos viene magnífico,
el alma nos prende,
el espíritu nos aflora.
Volvemos al pasado,
con una mirada melancólica,
la historia nos emociona,
el futuro es prometedor.
La felicidad son mil palabras,
la dicha es ser escuchados,
la realización final llegará,
porque en pie de lucha
nos mantendremos.
Así somos los escritores,
eternos enamorados,
que su magia esparcen
por los grandes renglones
de las bitácoras literarias.
Al orbe anhelamos mejorar,
bajo el encanto
de nuestra colosal sabiduría.
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